Se puede ir de vacaciones para desconectar, hacer deporte, contemplar la belleza del lugar, saborear los manjares de la tierra, recorrer los parajes creados por César Manrique y cantados por Rosana o perderse en un complejo hotelero con un buen libro de José Saramago o Blas Cabrera. Todo esto y mucho más se puede hacer en Lanzarote.
La calma del lugar, los paisajes volcánicos, el cielo azul, la brisa del viento y las papas arrugás están al alcance de los que quieran poner a trabajar mínimamente sus sentidos.
La naturaleza regala la belleza que emergió tras la destrucción de las erupciones volcánicas (1730, 1736 y 1824) que dieron lugar a la isla que hoy conocemos. El recorrido en autobús por Timanfaya es imprescindible. La soledad y quietud de estas montañas de fuego con imponentes cráteres y profundas calderas nos recuerdan lo poco que somos. El viaje a lomo del camello o la cocción de carne sobre los géiseres son algunas de la estampas turísticas.
El respeto por el medio ambiente y una economía sostenible la han hecho ganadora del título de Reserva de la Biosfera desde 1993. De la simbiosis entre naturaleza y arquitectura nacen enclaves tan característicos como los Jameos del Agua, la Casa Campesino, el Mirador del Río o la Fundación César Manrique.
Un jameo es la parte de un tubo volcánico cuyo techo se ha derrumbado. El río de lava originó hace 5.000 años estas oquedades que se prolongan durante casi siete kilómetros de cuevas. La belleza geológica prosigue en la Cueva de los Verdes y culmina en el túnel de la Atlántida, que penetra más de un kilómetro en el mar. Los Jameos tienen la impronta del arquitecto e interiorista César Manrique y en los Verdes la intervención es mínima. Se pueden recorrer ambas en medio día y hacer un alto para comer, cenar o escuchar un concierto dentro del auditorio natural de los Jameos.
Pero si lo que prefiere es seguir carretera y manta, continúe viaje para disfrutar de espectaculares vistas de la isla La Graciosa y saborear la gastronomía de la zona; hay varios de los mejores restaurantes de Lanzarote, según la Guía Repsol: El Marinero, en Caleta del Sebo, y La Perla del Atlántico, en el puerto de Orzola. Los amantes de la carne tendrán que adentrarse hasta el municipio de Yé para sentarse en El Volcán de la Corona.
Once de los mejores restauradores de la isla se han unido en la red Lanzarote Cocina. Entre otros, La Graciosa (Costa Teguise), La Caleta del Hesperia Lanzarote (Puerto Calero) y El Risco (Famara). En la gastronomía, las patatas arrugás con mojo verde o rojo son de petición obligada. El pescado fresco sancocho, las sardinas frescas, el atún o morena son algunas de principales materias primas que hacen las delicias del paladar. Sin olvidar las carnes asadas y los caldos nacidos en tierra volcánica en la zona de la Gueria, con bodegas tan emblemáticas como Grifo o Stratus.